sentado frente a mi; un hombre triste, con ojos tan tristes que pareciesen arrastrar el llanto de todos los desamparados, todos los privados de amor y esperanza; Hombres que por el calvario de sus cadenas lloran sobre si... esos ojos, mezcla de dolor y decepcion, son los que me miran asustados.
Cuando habla, su voz; que tambien es el aullido infinito del dolor, suena como un eco vacio en la soledad de sus palabras. No puedo evitar sobrecogerme al oirle. El hombre, casi inconcientemente narra su historia, sin saber que yo le escucho pasmado de atencion: es la historia mas cruel que me han contado.
Hasta donde puede llegar la desesperanza? el dolor. Es posible, soportarle estoico? mientras la llaga arde viva como un fuego indolente que irritaria al mismo infierno. El pecho es el unico lugar donde aquel sentir se alberga y sobrevive; pues cualquier otro; estallaria como una olla a presion, derramando viceras frias que un corazon yá hecho pedazos, no pudo auxiliar.
Ese hombre arquea el pecho. Yo casi puedo sentir, el punzar fuerte de un cuchillo que se hunde frio sobre su carne ardiente. El filo, atravieza las costillas, rasga los huesos como si cortase el pan; y abre los pulmones inundando de ideas aspiradas y sueños exhalados; toda su piel ensangrentada. No lo veo... pero lo imagino; y la imagen me estremece, me congela y me abate. Las mujeres pueden ser muy... muy crueles.
y yo...
yo comparto su dolor.
