Soy Yo!

CAPITULO I

La limosina estaciono frente al portal de la Iglesia de los Sacramentinos, una de las mas grandes e imponentes de Santiago. Rápidamente las señoras apostadas en la entrada, se precipitaron al auto para recibir a la novia. El padre, abriéndole la puerta a su hija, solo alcanzo en un reflejo a cubrirse con su antebrazo; mientras ella se bajaba lentamente, cuando un auto desenfrenado la impacto violentamente por detrás.

Héctor, el padre, abre los ojos y no oye el griterío del tumulto rodeando el accidente. Mira el suelo y la mancha de sangre que empapa el corsé blanco del vestido de su hija. Un borracho se baja del otro auto y se acerca inocente, incluso estupidamente a preguntarle algo.

En un arranque de cólera, lo coge del cuello y con una fuerza abismal lo arrastra dentro de la iglesia; y frente a la figura colgada de cristo en la cruz increpa:
-porque? Porque a mi?
-dejaste que este miserable, matara a mi hija!
y tragando saliva murmura hacia el:
-voy a hacer lo mismo que tu…
Y termino de estrangular al hombre ebrio que inútilmente aspeaba con los brazos, intentando liberarse.
Sintió que las estatuas de todos los Ángeles de la iglesia lo miraban inquisidoramente, y pronto se dio cuenta, lo que realmente que había hecho.
Y entre todos los invitados atónitos, corrió, y corrió.

CAPITULO II

Héctor despertó en un callejón.

Sentía un dolor en su pecho y al palpar, notó que algunas de sus costillas debían estar rotas. La cabeza le daba y no recordaba nada… ni siquiera su nombre.

Una pandilla que cruzaba el callejón se aproximo a molestarle. Pensaron en robarle, pero el que parecía su líder, se compareció de las heridas que llevaba y le tendió una botella envuelta en papel craft.

Pasaron un par de semanas y Héctor ya era parte de esa banda. Como no recordaba nada, y era un hombre fuerte y hábil; aprendió a intimidar, robar y pelear. Era bastante bueno y pronto desplazo al antiguo Líder. En las peleas clandestinas de bandas, destacaba por su ferocidad y poco temor… realmente el no sentía apego por la vida, no tenia recuerdos, ni familia, ni nadie que le quisiera; solo el cuarteto de vagos que lo seguía.

Cierto día, uno de sus truhanes fue herido de muerte en una pelea callejera. Al pasar por la sala del hospital, su vista se clavo en una mujer rubia, a la que creyó reconocer. Por un impulso extraño, decidió seguirla hasta la habitación donde una muchacha se mantenía viva gracias a un respirador artificial.
Era su hija!
De pronto, recordó todo… pero antes de entrar en la habitación el reflejo del vidrio le devolvió su apariencia; esa rostro no era el suyo!
Quien era el?
Retrocedió asustado y cayó temblando en el pasillo.

Durante semanas visito esa sala. El llegaba y se sentaba frente al lecho de su hija por horas. Se enteraría por medio de los periódicos, que del incidente en la iglesia, ella no habría muerto, y que él (Héctor) había sido acusado de asesinar al conductor ebrio y al intentar huir corriendo de ahí, un autobús le habría arroyado.

Recordando su antigua, fue alejándose paulatinamente de la banda. Extrañamente que cada vez que impedía una fechoría de ellos, su hija mostraba una pequeña mejoría; y este hecho le arranco las primeras lagrimas de su nueva vida, cuando ella inconciente aun, le toco un dedo. Relacionando los hechos, creyó que alejar a esos truhanes de la delincuencia su hija se recuperaría del coma. Aprovechando su influencia sobre ellos, logro conseguirles un trabajo honesto y una vida tranquila.

Efectivamente ella despertó del coma. Pero su hija, tal como lo esperaba Héctor, no lo reconoció con esa nueva apariencia, y el entristecido, regresó a la iglesia donde todo había sucedido. Llorando y en medio de la gran cúpula, volvió a increpar la figura del cristo redentor.
-porque? Que me has hecho, que mi hija no me recuerda!
-tampoco hiciste nada por ella!
-fui yo! Yo… actuando bien, quien la despertó de ese coma…
-te odio, te odio tanto…
Y llorando se durmió en medio del pasillo de esa antigua iglesia, bajo la mirada reprobatoria de las estatuas de Ángeles que lo rodeaban.

CAPITULO III

Despertó sobresaltado.
Dormía en una pequeña habitación; se acerco a una de las ventanas. Era un cuarto muy sucio y pequeño, seguramente de algún edificio en los suburbios más pobres de Santiago. Recordó todo, y corrió hacia el espejo trizado del baño. Su rostro se descuajó de la impresión. Tampoco era el, no era Héctor, ni Pitbull, como lo habían bautizado en la banda, era un hombre delgado y enjuto, con una barba descuidada y maltrecha.

Que pasaba?
cada vez despertaba en un cuerpo distinto… notó dentro de su desesperación que sobre la única mesa de la habitación, había una botella de vodka a medio tomar. Empezó a beber, mientras se lamentaba de su suerte, y ya un poco ebrio, reviso el mueble que le servia de velador. Sobre el; sus documentos y una llave de auto. Pensó en su hija, y aunque mareado, quiso verla, bajo los apartamentos y aparcado en la esquina reconocía un viejo auto café, y las llaves correspondían.

En dirección a su hogar, noto que la avenida estaba con mucha gente contenta y elegante, distraído viendo el algarabía de las señoras con sus vestidos de fiesta, desvió la vista para ver el umbral de la iglesia que se aprontaba a recibir una ceremonia, oyó un grito y solo atino a cubrirse el rostro con el antebrazo…
se estrellaba contra una limosina!

Preocupado, salio rápidamente del auto que se había incrustado en el parachoques trasero; un hombre de smoking estaba caído mirando atónito la escena, sintió pavor y un frió que le corría desde la medula:
Era Él!
El hombre del smoking, incorporándose violentamente lo apreso del cuello y lo arrastro violentamente dentro de la iglesia.
El suplicaba, y gritaba:
-soy yo, no me mates!
–soy yo…
y notando lo inútil que era zafarse, empezó a decir sollozando:
-ella esta viva, esta viva...
Su última visión fue la del cristo en la cruz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:-O Cuando duermes, poeta? :-) La Jul

Anónimo dijo...

mmm... no me gusta mucho el titulo... cambiaselo.

chau

demp dijo...

oh!! que es esto parece interesante...